Inteligencia emocional: la línea faltante en el CV | Programa 10

Inteligencia emocional: La línea faltante en el CV

inteligencia emocional

El proceso de selección de recursos humanos, es uno de los pilares fundamentales de cualquier empresa o proyecto. Elegir al candidato perfecto es para las empresas uno de los más importantes procesos y en la que anualmente invierten miles de millones de euros. Cada vez que una empresa requiere ocupar una determinada posición, se evalúan decenas o incluso, cientos de candidatos.

Existen muchos métodos y procesos de selección para elegir a los perfiles que cumplen con los requisitos deseados por la empresa.  La experiencia, el grado académico, el dominio de tecnologías o idiomas, son parámetros básicos en la evaluación de cualquier perfil. Sin embargo, la mayoría de las empresas adolecen de un parámetro que eventualmente marca una diferencia fundamental: La inteligencia emocional. Del mismo modo que hemos aprendido a cuantificar el nivel de inglés o el grado de manejo de cualquier plataforma informática, hemos fallado en cuantificar la gestión emocional. Aún considerada como un valor subjetivo, la gestión de las emociones está muy lejos de ser cuantificada en un modelo objetivo y comparable.

La importancia de la inteligencia emocional ha demostrado ser tanto o más valiosa que el dominio de un software determinado o una maquinaria específica. Esto se incrementa a medida que ascendemos en la pirámide de dirección y llegamos a los puestos de liderazgo. La conducción de equipos, la visión sinérgica y la gestión emocional como parte ineludible de la empresa, no ha experimentado cambios significativos en décadas.


¿Qué tiene de importante la inteligencia emocional en el trabajo?

Inteligencia emocional: La línea faltante en el CV

El desarrollo de la educación emocional como base de la dirección ha experimentado un lento avance en los últimos 50 años. Los niveles operativos, requieren de un dominio de habilidades duras que supera con creces las habilidades sociales, comunicacionales o emocionales. Sin embargo, cuando llegamos a los puestos directivos, se seleccionan a aquellos prospectos que puedan demostrar un mayor nivel de liderazgo o conducción.

Generalmente, en el proceso de selección se considera la experiencia como indicador de suficiencia en la dirección, coordinación y liderazgo de equipos. Ahora bien ¿Cuántos candidatos son evaluados desde el punto de vista de la inteligencia emocional? Cabría preguntarse si la gestión de la inteligencia emocional es un factor preponderante en el desarrollo de la empresa. Durante décadas hemos considerado a la emocionalidad como un elemento asociado al descontrol o la falta de profesionalismo.

No obstante, en la práctica, el manejo inteligente de las emociones ha tenido una gran influencia en el proceso directivo y de toma de decisiones.  Los mejores líderes saben combinar las emociones de su equipo como elemento decisivo para asignar tareas, responsabilidades y objetivos. Igualmente, son capaces de comprender la emocionalidad del cliente para poder adaptar los servicios de la empresa en ese sentido. Crean ambientes en los que clientes, miembros del equipo, proveedores y demás asociados pueden interactuar de una manera beneficiosa para todos.


¿Cómo medir la inteligencia emocional de un futuro líder?

Inteligencia emocional: La línea faltante en el CV

No está muy lejos el día en el que leamos Currículum que tengan dentro de la descripción de un candidato un apartado dedicado a la inteligencia emocional. Algo así como “Se solicita personal de atención al cliente, Índice de Inteligencia Emocional mínimo de 8/10”. Este tipo de indicadores podría ahorrar a las empresas millones de euros y a la sociedad, servicios deficientes a causa de trabajadores con baja gestión emocional.

Ahorraría decisiones demoradas por inseguridad de un gerente, despidos injustificados por enfados de un jefe de unidad y miles de etcéteras más. Ciertamente, tener un mecanismo obligatorio o por lo menos, habitual, es hoy en día una utopía. A pesar de ello, existen varios mecanismos desarrollados por psicólogos y profesionales de la conducta que miden la emocionalidad de una persona.

En programa 10 hemos reunido los métodos de uso más frecuentes:


Test de Mesquite

El test de Mesquite es un autoexamen que plantea situaciones cotidianas, de decisión o en el que se debe actuar de acuerdo a una emoción determinada. Este examen le permite al evaluador determinar la tendencia emocional del candidato, pues cada respuesta obedece a una emoción y una decisión diferente. Otro punto de importancia que se mide con este test es la capacidad de la persona en reconocer emociones en sus prójimos. 

Una pregunta tipo del test es esta:

“En una reunión, la conversación ha elevado el volumen de las voces y los participantes comienzan a enfadarse. Conoces muy bien a todos.

¿Qué haces?”

  •  Te pones nervioso (a) e intentas cambiar de tema
  •  No haces nada, pues se resolverá por sí solo luego que se desahoguen
  •  Tratas de llamar a una de las partes en privado para evitar que la discusión salga de control
  • No te importa y continúas la reunión como si no estuviera pasando nada

En cada respuesta, el participante marca como actuaría ante determinadas situaciones, lo que da una aproximación de su gestión emocional. El test no es 100% preciso, pero marca una tendencia de la inteligencia emocional del candidato.


Test de Coeficiente Emocional de Goleman

Daniel Goleman es la persona que más ha escrito sobre inteligencia emocional en el mundo entero. Sus libros sobre la gestión emocional, el liderazgo y la eficiencia de un líder que maneja las emociones son íconos de la gerencia moderna. Ha diseñado uno de los test más completos, integrales y profundos sobre las emociones en el desarrollo profesional. Desde un enfoque holístico, el test de Goleman interpreta la autopercepción de las emociones, la percepción de la emoción ajena y el comportamiento bajo estrés.

Uno de sus mayores innovaciones lo presenta la posibilidad de reconocer mediante gestos, imágenes y fotografías emociones en terceras personas. Estas emociones escapan de las 6 emociones básicas como ira, miedo, angustia, alegría, asco y sorpresa. Son sutiles marcadores emocionales y el objetivo es que la persona sepa reconocer en el otro emociones. Esto no solo mide el grado de empatía, sino que marca patrones mucho más profundos desde el punto de vista psicológico.

Dentro del test de EQ de Goleman, podemos encontrar:

“Eres un cuidador y llevas a un grupo de niños de 5 años al parque y uno de los niños llora porque los demás no quieren jugar ¿Qué harías?”

  • Nada dejo que los niños resuelvan solos sus problemas.
  • Hablo con el niño y le doy ideas de como hacer que los demás jueguen con él
  • Trato de convencerle que no llore más
  • Lo llevo de la mano con los otros niños y los convenzo que jueguen con él

Como vemos, no hay respuestas malas o buenas, simplemente enfoques hacia una realidad desde el punto de vista de la persona que debe actuar. Este tipo de situaciones las debe enfrentar el líder diariamente en su entorno y su capacidad de respuesta es en muchas ocasiones crucial.

La inteligencia emocional, al igual que el resto de las inteligencias del ser humano son totalmente desarrollables mediante de un programa de desarrollo directivo. Con técnicas de exploración y desde un enfoque de liderazgo, un directivo puede incorporar la gestión emocional propia y de terceros en una herramienta efectiva.

El Programa 10, cuenta con la participación de los mejores especialistas en psicología e inteligencia emocional del país, enfocados al desarrollo del liderazgo. Desde una visión integral, el líder puede incrementar y mejorar sus habilidades emocionales para transformar las emociones en herramientas de desempeño.  

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